Setge de Tarragona - Cárrega del 4rt, de Hussards

Setge de Tarragona - Cárrega del 4rt, de Hussards
Carga del 4º de Húsares - Tarragona 1811 - óleo Ferrer Dalmau - Colección Pintado de Aizpuru

lunes, 2 de febrero de 2015


General de Brigada André Joseph Boussart (1758-1813)
General en Jefe de la Brigada de Caballería presente en el Sitio de Tarragona en 1811


Francesc Pintado i Simó-Monnè
Membre de Massèna Society (Universidad de Tallahassee - FL)
Membre de Le Souvenir Napoléonien (Société Française d'Histoire Napoléonienne)
Membre Associació Setge de Tarragona 1811



Escudo de Armas del General Boussart


Napoleón otorgaba títulos nobiliarios a varios sectores de la Sociedad, por lo que era ubicado un rectángulo en la parte superior derecha de cada blasón con el fin de identificar a su propietario con el trabajo que éste desempeñaba en el Imperio. En el escudo de armas del General Boussart podéis observar que el rectángulo a que hago alusión tiene fondo de gules (color rojo) con una espada en plata, ello nos aporta la información de que se trata de un escudo de armas propio de un militar.

Ultimo retrato del General de División, Barón André Joseph Boussart en 1813
Condecoraciones: Legión de Honor en oro (Categoría Commandeur) y la medalla  de la Orden de la Corona de Hierro
Títulos: Barón del Imperio

Con éste artículo pretendo iniciar una serie de escritos con el fin de presentar a los personajes que estaban al Mando de los distintos Regimientos y Brigadas que integraban el grueso del Tercer Cuerpo de Ejército, que sitió Tarragona en 1811.

Podréis daros cuenta de que no hay desperdicio, a todos los personajes que integraban ese Cuerpo de Ejército los podríamos definir como profesionales de la guerra ya que provenían de las más prestigiosas victorias de Napoleón en Europa y hasta algunos de ellos habían participado en las Guerras de la Revolución, en la primera Campaña de Italia y en la Campaña de Egipto, personajes incondicionalmente fieles al General Bonaparte posterior Primer Cónsul y futuro Emperador de los franceses, como el personaje que ocupa el presente artículo.

Sable que perteneció al General Boussart

André Joseph Boussart nació en Binche (Bélgica) el día 13 de Noviembre de 1758 y murió en Bagnères de Bigorre (Francia) el día 11 de Agosto de 1813 a los 54 años de edad, victima de las múltiples heridas recibidas frente a Torrent (Valencia) el día 26 de Diciembre de 1811.
Boussart se alista bien joven al ejército austríaco como sub-oficial de caballería, hasta 1789 que se adhiere a la sublevación de las Provincias Belgas con el fin de conseguir la independencia de Austria a la que pertenecían en aquel entonces. Nuestro personaje sirve al lado de los insurrectos como Capitán de Caballería hasta 1791.
Su patriotismo le obliga a refugiarse en Francia con el fin de escapar de la venganza de los agentes de la Austria victoriosa.
Se alista al Ejército Revolucionario Francés obteniendo el grado de Teniente el día 28 de Julio de 1792, sirviendo en el Regimiento de Dragones de Hainault, ascendiendo al empleo de Capitán con fecha de 1º de Octubre del mismo año.
Nombrado Teniente Coronel con fecha 1º de Marzo de 1793. Toma parte en el Combate de Laroche sosteniendo el ataque de una columna austriaca que le supera en número obligándole a retirarse. En este mismo año pasa al 20º de Dragones como Jefe de Escuadrón integrado en el Ejército de Italia. Toma parte en la Batalla de Mondovi, con fecha 17 germinal (17 de Abril) an IV (1796) carga con dos escuadrones a toda la caballería piamontesa, recibiendo tres sablazos al atravesar las líneas enemigas. 
Con fecha 21 floréal (21 de Mayo), vadea a nado el río Adda. En la batalla de Castiglione al mando de un destacamento hace prisioneros a una partida de húsares.
Como consecuencia de estas acciones, Bonaparte se fija en él, nombrándole Jefe de Brigada con fecha 8 Nivose (8 de Enero) an V (1797).

Detalle de la ornamentación de la funda del sable del General.
El grabado reproduce el Haz de la Revolución, lo que nos sitúa el sable entre 1789 y 1803 aún que deduzco que el General podría haber utilizado este sable durante las guerras del Directorio (1795-1799) y del Consulado (1799-1804)

Otro detalle de la ornamentación presente en la funda del sable del General Boussart
Observad el gorro republicano entornado de los atributos de un Coronel o de un General

Integrado dentro del Ejército de Oriente acompaña al General Bonaparte a Egipto distinguiéndose en la toma de Alejandría, en el combate de Chebreiss, en la Batalla de las Piramides y de Aboukir, combatiendo y venciendo en solitario a los Mamelucos. El día 4 nivôse (4 de Diciembre) an VIII (1799) ante los muros de Alejandría carga contra la primera línea inglesa, desbaratándola y poniéndola en fuga, recibiendo ese día tres graves heridas que le retienen durante siete meses en un forzoso reposo, recibiendo despues de su recuperación y vuelta al servicio activo el ascenso a General de Brigada concedido por el General en Jefe Menou con fecha 1º Vendémiaire (1º de Octubre) an IX (1800). Su primer cometido como General de Brigada es la firma de Capitulación por la cual el Ejército Francés abandona Egipto.
Su nuevo empleo es confirmado con fecha 23 Frimaire (23 de Diciembre) an X (1801) según Decreto Consular.
A su regreso a Francia es destinado a la 2ª División de Dragones integrado dentro del Ejército de Costas, siendo destinado en 1802 a la 11ª División Militar con base en Burdeos.
En 1803 es nombrado Miembro de la Legión de Honor con el grado de Oficial, siendo ascendido al grado de Comandante de la Orden durante el mismo año.
Posteriormente es nombrado Comandante en Jefe de la 2ª División de Dragones y miembro del colegio electoral del Departamento de Jemmapes.


Condecoración de la Orden de la Legión de Honor, Categoría de Caballero (Oficial) confeccionada en plata, oro y esmaltada - tercer modelo - fechado en oro: 1806 (Colección particular) 
  
Durante la Campaña de Prusia (1806) se distingue en la batalla de Iéna y en la toma de Lübeck el día 30 de Octubre, persiguiendo el día 6 de Noviembre los restos de una desbaratada columna enemiga capitaneada por el General Rila. Es herido en el atrincheramiento de Cznarnowo el día 22 de Diciembre, resultando nuevamente herido en Pultusk el día 26 del mismo mes, esta vez de gravedad.
A pesar de las múltiples heridas recibidas, prueba de su fuerte constitución física y a pesar de su edad, (49/50 años) es destinado a España después de la Paz de Tilsit (7 de Julio de 1807).
Napoleón distingue a este veterano de los Ejércitos del Norte y de Oriente con el nombramiento de Barón del Imperio según Decreto de 19 de Marzo de 1808, comunicado en escritos de fecha 10 de Febrero de 1809 en París.

Guerra Peninsular:

En 1808, Boussart sirvió bajo las órdenes del General de División Pierre Dupont de l'Etang (1765-1840), mandaba una Brigada de Caballería integrada por el 6º Regimiento provisional de Dragones, con un total de 620 caballos. Con fecha 17 de Julio de 1808 su Brigada fue integrada dentro de la División del General Dominique Honoré Antoine Vedel (1771-1848) con las órdenes de marchar hacia Bailén. La División Vedel marchaba hacia Bailén, pensando que las tropas españolas se desplazaban hacia el norte, aun que de hecho el Cuerpo de Ejercito español con sus 17.000 hombres bajo el Mando del General Teodoro de Reding llegaba a Bailén el día 18 ocupando la Villa sin encontrar resistencia alguna. Esta operación situó a los 11.000 hombre de Dupont en ángulo entre las tropas españolas de los Generales Reding y Castaños. Durante la Batalla, Dupont se encuentra rodeado y pide condiciones. Mientras Dupont negocia las condiciones de rendición, la División Vedel  se da la vuelta, mientras que la Brigada Boussart carga brutalmente contra los españoles capturando 1.000 soldados, siendo advertido el General Vedel de la posición de su General en Jefe Dupont, ordena el "Alto el fuego" a sus tropas, ordenando al mismo tiempo la liberación de prisiones al General Boussart. Las órdenes son cumplidas, Dupont se rinde y la División Vedel libre de la derrota, se retira hacia el Norte al no tomar parte en la capitulación. A pesar de recibir órdenes directas de Dupont de volver a Bailén y rendirse, el General Vedel hace caso omiso a dichas órdenes recibidas y prosigue en retirada sin rendirse al enemigo.
En 1810, al mando de dos escuadrones de coraceros y de húsares dispersa en pocas horas a un gran número de milicianos formados en Castellón de la Plana.
Algún tiempo después mientras la tropas francesas asediaban Lérida, el General O'Donnel a la cabeza de 15.000 hombres se presenta frente la Ciudad con el fin de librarla de su asedio. La División Meusnier en la cual estaba ubicada la Brigada Boussart se adelanta con el fin de parar al enemigo:
Es entonces cuando se produce una de las más brillantes cargas de caballería, mencionada en los anales militares en la Batalla de Margalef (23.04.1810). Boussart seguido del 13º de Coraceros cae sobre los españoles sin darles tiempo de formar línea de batalla, obligandoles a ponerse en fuga con gran desorden. Esta acción que el Ejército colma de elogios, pone en poder de los franceses a 8 Coroneles, 271 Oficiales, 5.600 Soldados, 1.000 Caballos, 2 carros de munición, 2 Estandartes y 5.000 cartuchos.
El día 26 de Noviembre del mismo año, la tentativa de retirada hacia Vinaroz del General Bassecourt propicia a Boussart una nueva ocasión de gloria, irrumpiendo sobre los asaltantes (que habían atentado en sorprender a la Guarnición de Vinaroz durante la noche) a la cabeza de algunos escuadrones de Coraceros empujándoles en persecución y sableándolos furiosamente hasta Benicarló.

Óleo de Augusto Ferrer Dalmau (2012) - Carga del 4º de Húsares a una posición avanzada frente a Tarragona 
Al fondo la torre del campanario de nuestra Catedral (colección Pintado de Aizpuru)

Boussart participa en el Sitio de Tarragona desde el día 5 de Mayo hasta el día 29 de Junio de 1811, al mando de la Brigada de Caballería que lleva su nombre, compuesta por tres Regimientos franceses: 24º de Dragones, 13º de Coraceros y 4º de Húsares, más el Regimiento italiano Dragons de Napoleone, sumando un total de 1.447 caballos.
Sus operaciones durante el Sitio de nuestra Ciudad se basaban en la custodia de los accesos a la Ciudad con el fin de no permitir ni la entrada de posibles tropas de refuerzo ni la salida de posibles incursiones que pudieran intervenir contra los trabajos de ingeniería de acercamiento a la Ciudad con el fin de abrir brecha.
Asimismo una Compañía de élite del 4º Regimiento de Húsares era la encargada de la guarda y custodia de la persona del General en Jefe al Mando del Tercer Cuerpo de Ejército, General de División Louis Gabriel Suchet. 

El día 25 de Agosto de 1811 participa en la Batalla de Sagunto, cargando en cabeza seguido de 1500 jinetes se apodera de varias baterias de artillería.
Boussart no era lo suficientemente prudente ni tenía la necesaria sangre fría que un Oficial de su rango requería, era simplemente un bravo soldado.
El día 26 de Diciembre de 1811 cerca de Torrent (Valencia) estaba al mando de unos sesenta húsares del 4º Regimiento, de repente se encuentra con una veintena de escuadrones enemigos, precintándose sobre ellos al son de carga, la desproporción era demasiada, Boussart en medio del combate ve caer a muchos de sus bravos, el mismo se ve envuelto de enemigos de quienes no es capaz de desembarazarse, es desarmado y cubierto de golpes de sable, hasta que el General Delort acude en su ayuda al mando de la caballería pesada (Coraceros). 


Conjunto: Sable, fiador, funda y correaje que pertenecieron al General Boussart
Correaje del General Boussart
Fiador del sable del General
Otra perspectiva del conjunto

Después de poner en fuga a las tropas españolas, encontraron al malherido Boussart despojado de sus medallas y de su sable.
Boussart es nombrado General de División el día 16 de Marzo de 1812, según propuesta del Mariscal Suchet.
En la Batalla de Castalla, el día 13 de Abril de 1813, Boussart está al mando de 1.424 jinetes ubicados en ocho escuadrones. En una acción preliminar en Biar el General Frederick Adam al mando de la Brigada Ligera ubicada dentro de la fuerza expedicionaria de Sir John Murray, carga en contra de la retaguardia francesa emboscando al 13º de Coraceros, manteniendo a las tropas francesas en jaque. Al día siguiente Boussart es enviado por Suchet para cargar contra el flanco derecho del Ejército de Murray. Boussart no pudo más que observar a su enemigo ya que el flanco que debía de desbaratar se hallaba resguardado por el mar, al mismo tiempo que el principal ataque de Suchet era repelido por Murray. Enseguida Suchet llama a Boussart y proceden en retirada.
Boussart vuelve a su hogar en Bagneres de Bigorre con el fin de recuperarse de sus tremendas heridas, muriendo de ellas el día 11 de Agosto de 1813.
El cuerpo del General fue inhumado en el Cementerio de Bagneres de Bigorre. Su tumba se halla en la actualidad en un deplorable estado de conservación, prácticamente destruida por falta de cuidado y de mantenimiento. (1) - (2)
El sable del General (uno de ellos) está ubicado en una colección particular acreditado con la debida documentación aportada por sus vendedores, de quienes no dispongo el oportuno permiso para citar sus nombres.


Monumento en memoria del General Boussart sito en el Parque Comunal de Binche (Bélgica), su Ciudad natal

Artículo nº 0003 - Febrero 2015

 - (1) - Georges Six, Dictionnaire biographique des Généraux et Amiraux de la Révolution et de l'Empire   (1792-1814), 2 Tomes, Librairie Historique et Nobiliaire, Georges Saffroy, Paris, 1934 (réédition 1974).
 - (2) - Louis Chardigny, Les maréchaux de Napoléon, Bibliothèque Napoléonienne, Tallandier, 1977

jueves, 8 de enero de 2015

La artillería de baluarte en Tarragona


Francesc Pintado i Simó-Monnè
Miembro de Massèna Society
Miembro de Le Souvenir Napoléonien (Société française d'histoire Napoléonienne)
Miembro Associació Setge de Tarragona 1811

Cañón de a 24 libras fabricado en Carron (Escocia) ubicado en una de las troneras de nuestras murallas

Introducción

Desde muy pequeño los paseos con mi abuelo Rafael por las murallas de Tarragona despertaron en mí una incógnita referente a aquellos pesados cañones instalados en las troneras de las murallas de nuestra Ciudad, mis preguntas eran contestadas por mi abuelo que me explicaba que aquellos tubos habían sido reutilizados como noray o bolardo enterrando dos tercios de su longitud en el puerto de nuestra Ciudad con el fin de que sirvieran como amarre para buques.
Los años pasaron y acordándome de aquellos paseos y escasas explicaciones procedí a realizar un estudio sobre los cañones de baluarte de Tarragona.

1 - Fundición de cañones

El inicio de mi investigación me llevó a las únicas fundiciones españolas que fabricaban cañones de hierro fundido para la marina y para la defensa de nuestras Plazas Fuertes, la Real Fábrica de Cañones de Artillería de Liérganes y La Cavada, ambas construidas durante el primer tercio del Siglo XVII.
La construcción de estos primeros Altos Hornos representa para España la incorporación, aunque tardía, de España a la tecnología de fundición de grandes masas de hierro colado destinadas prácticamente en su totalidad a la fabricación de artillería.
La elevación de la temperatura por encima de la fusión del hierro (1535ºC) gracias a la incorporación de la energía hidráulica que permite la utilización de grandes fuelles conjuntamente con el tamaño y forma de los hornos al permitir la carga continua y por capas de mineral de hierro y carbón vegetal de forma que el calor se reparta de forma bastante uniforme, obteniendo coladas de hierro de manera más o menos continuada a lo largo de varios meses que dura una campaña de fundición.
Todo estaba claro para mi y realicé mi estudio basándome en todo el material recopilado en relación a lo anteriormente expuesto, basando mi investigación en la creencia cierta de que las piezas que defendieron nuestra Ciudad eran de fabricación española, evidentemente sin saber que estaba completamente equivocado.
Meses después visité de nuevo nuestras murallas con el fin de confeccionar un nuevo trabajo, ésta vez dedicado a las cureñas que sostenían nuestros cañones. 
Mientras tomaba medida de las cureñas reproducidas en los años ‘60 me dí cuenta que algunos de los cañones que todavía conservaban digamos intactos sus muñones, presentaban grabada una C coronada, de momento no le dí importancia y lo asimilé como marca de la Fundición de la Cavada.
Al llegar a mi casa aquella C coronada no dejaba de dar vueltas por mi cabeza y quise corroborar en mis archivos que efectivamente aquella C fuese lo que en principio yo creía que era, pues bien no, no pertenecía ni se parecía a las siglas de la Real Fábrica de Artillería de la Cavada. Un nuevo reto se me presentó, averiguar de donde procedía semejante marca.
Atribuí en principio que podría tratarse de fabricación catalana ya que esta marca aparece en pistolas y mosquetones fabricados en Catalunya bajo la corona española, pero tampoco me cuadraba ya que en Cataluña solamente se fundían piezas de artillería de bronce y la única Fábrica siderúrgica que trabajaba con hierro colado como materia prima en Cataluña era la de San Sebastián de la Muga en la Provincia de Girona, que solamente fabricaba municiones ya que por no disponer de un segundo alto horno, ello no le permitía la fabricación de piezas de artillería por necesitar para ello de una segunda colada.
Sentía impotencia de no poder dar significado a la marca del cañón de nuestras murallas, pero no me di por vencido. Al poco tiempo de consulta de innumerables archivos sobre artillería naval di con un documento firmado por Don Juan Torrejón Chaves, Profesor Titular de la Universidad de Cádiz que habla de la compra de unos millares de piezas de artillería para marina o baluarte a la Fábrica de Carron en Escocia.
Después de leer con atención el trabajo del mencionado Profesor llegué a la conclusión de que aquella C coronada era el anagrama de la Compañía y Propietarios de las Fundiciones y Obras de la Ciudad de Carron en el Reino de Escocia.[1]
Revisé los archivos de la Real Fábrica de la Cavada con el fin de averiguar el por qué de mi hallazgo, por qué los cañones de Tarragona eran escoceses y no españoles.
El resultado de mi búsqueda me lleva a 1763, año en que los altos hornos de Liérganes y La Cavada pasan a ser propiedad de la Real Hacienda al ser rescindida la contrata existente con el Marqués de Villacastel, explotador hasta aquel año de aquellos Altos Hornos santanderinos. La estatalización de los altos hornos conllevo la modernización del proceso de fabricación cuya innovación tecnológica representaba el más moderno método de fundición en sólido con moldes de barro del cañón de hierro y su posterior torneado y barrenado.
Los nuevos cañones son suministrados al parecer sin ningún tipo de problema hasta que a finales de 1771, dos cañones santanderinos fundidos en sólido revientan. Ello provoca a los pocos meses que todas las piezas de artillería fundidas en sólido procedentes de la Real Fábrica fuesen sometidas a las pruebas de ordenanza, el resultado fue estremecedor: de una cifra que se acercaba al millar y medio de cañones, el 80% o reventaban o presentaron defectos tan graves que los hacían inútiles para el servicio.
Para ser aceptadas las piezas de artillería, se efectuaba por la Armada un reconocimiento exterior e interior de las mismas y efectuaban una doble prueba: de fuego y de agua.
En consecuencia y ante el desabastecimiento existente, se pensó entonces en recurrir a aprovisionarse de la fábrica escocesa de Carron de la cual ya existían varios ofrecimientos de suministro de cañones desde Enero de 1769. En Marzo de 1772, conocedores del problema los británicos hacen una nueva oferta cifrando el precio del quintal castellano a 75 reales de vellón, de los cuales 15,5 reales correspondían a los gastos de transporte desde Escocia hasta Cádiz, atendiendo además que la mencionada Fábrica escocesa se veía obligada a elaborar nuevos moldes, según modelos españoles.
La bonanza de las relaciones hispano-británicas en esa época propició el necesitado abastecimiento de cañones.

Escudo esculpido en piedra de "CARRON COMPANY"

Según la investigación del Coronel de Artillería de Estado Mayor Don Fernando Gil Ossorio, basada en la documentación existente en el Archivo General de Simancas, dice:
Calculándose en 2.200 los cañones que se precisaban -842 de a 24, 492 de a 18, 436 de a 12, 220 de a 8, 120 de a 6 y 90 de a 4-, se aprobó en Julio de 1773 la contrata con la Compañía Escocesa. En el acuerdo ésta se obliga fundamentalmente a fundir hasta 60.000 quintales anuales de cañones de hierro,  en hueco y conforme a los diseños, calibres y naturaleza que exigían las Reales Ordenanzas. Las entregas se efectuarían en puertos españoles trimestral o cuatrimestralmente -por cuenta y riesgo del vendedor-, debiendo someterse las piezas a las pruebas practicadas por la Marina, que desecharía los cañones que no las superasen, devolviéndolos para que fuesen reemplazados.
En contrapartida, la Compañía de Carron recibiría 72 reales de vellón por cada quintal de las piezas de cañón, y 42 de la misma moneda por el quintal de proyectiles, cuyos pagos se deberían efectuar en Londres: comprometiéndose también los españoles a realizar las pruebas de recepción con la mayor prontitud –a ser posible en los dos meses siguientes a la llegada del buque con el cargamento-, y a aceptar una serie de tolerancias que se presentasen en las piezas relativas a sus diámetros, dimensiones, pesos y oquedades. Los fundidores quedarían exonerados de cumplir con lo pactado si el Gobierno británico ordenase impedir “la extracción por motivo de guerra u otra razón de Estado”.
Gil Ossorio nos refiere el número total de cañones que llegaron a España desde Escocia (4.498), y los que fueron finalmente aceptados (3.132), detallando sus respectivos calibres: 1057 de a 24, 701 de a 18, 36 de a 16, 539 de a 12, 395 de a 8, 174 de a 6 y 230 de a 4, cuyas últimas piezas desembarcaron el El Ferrol en Mayo de 1778; pagándose por ellos en total, 9.038.468 rs. Vón. Y 29 mrs. Proyectyles no se adquirieron.
Por Real Orden de 7 de julio de 1781, las Fábricas de Cañones de Liérganes y La Cavada pasaron a ser dirigidas por la Armada. Otra Real Orden de 10 de Agosto siguiente abolió el método de tornear y barrenar cañones, volviéndose al viejo método de fundición en hueco con moldes de arena. Y dos años más tarde –el 3 de Mayo de 1783- se estableció el Reglamento para el régimen de gobierno de estas fundiciones, que estuvo vigente durante un período de tiempo muy largo, aunque con ciertas adiciones. En 1795 las Fábricas de Liérganes se abandonaron.
Resultaba obvio que los marinos españoles del momento recelaran de la fundición de hierro en sólido, que exitosamente se desarrollaba en las Fabricas Artilleras de Barcelona y Sevilla. Y una vez establecido el viejo sistema, las que se efectuaron proporcionaron piezas en las que no se advirtió la fragilidad de las precedentes. Se fue logrando una artillería consistente y de mejor aspecto que la anterior.
La fragilidad manifestada por los cañones fabricados en Santander desde el año 1763 por el método de fundición en sólido con moldes de barro –y su posterior torneado y barrenado-, y el restablecimiento de la fundición en hueco con moldes de arena en 1781 nos puede llevar a pensar que en la Armada surgió una actitud conservadora ante el avance tecnológico (a tal opinión coadyuva el que los cañones solicitados a Carron lo fuesen fundidos en hueco). A este respecto debemos tener en consideración que fue la nefasta experiencia propia lo que condicionó el proceso, y aun así nunca se abandonó la idea de lograr resistentes cañones fundidos en sólido. Los marinos del momento sabían sobradamente que el mejor modo de conseguir un ánima colocada perfecta y concéntricamente en las piezas era mediante el barrenado (cosa que ocurría rarísimamente en la fundición en hueco): conocían el buen uso que de los cañones fundidos en sólido hacían otras marinas, en particular la inglesa; y advertían que las piezas fundidas en sólido presentaban menos cavernas, y eran más densas y compactas exteriormente.[2]

2 - Moldes, tipos de fundición, barrenado y probado

Los moldes eran fabricados en arcilla, arena o barro y enterrados en vertical, debajo del conjunto de fundición para recibir el colado de hierro que los llenara.

La fundición de las piezas podía ser en sólido o en hueco: 
- En sólido carecían de ánima, ésta era barrenada posteriormente.
- En hueco el ánima se hallaba integrada en el molde, posteriormente se procedía a su rectificación mediante barrenado con el fin de dejar el ánima completamente cilíndrica eliminando así las impurezas de la fundición.
En ambos casos se torneaba exteriormente cada una de las piezas producidas.

El barrenado podía hacerse en vertical o en horizontal

Conjunto tradicional para barrenado de cañones en posición vertical

Máquina para el barrenado horizontal de cañones inventada por John Wilkinson en Inglaterra - circa 1775 

Una característica del proceso de fabricación era su falta de homogeneidad en el producto, causada por la dificultad de controlar los fenómenos físico-químicos de la colada y la precisión del mecanizado. Hasta bien entrado el siglo XIX no existió una normalización en la calidad de los cañones que permitiese aplicar un método estadístico a las pruebas de recepción. En consecuencia, cada uno de los cañones era inspeccionado con un protocolo muy extenso.
Rovira nos ilustra sobre las pruebas de recepción que se realizaban en España y cómo eran muy similares a las que se realizaban en Francia e Inglaterra.
Resultaría prolijo realizar una descripción del protocolo de pruebas del cañón, pero para dar una idea al lector de su rigor, examinemos los aspectos más importantes. 
La inspección comenzaba con un extenso control de calidad dimensional del cañón, tomando como norma la Ordenanza con la que se había fabricado, con especial atención a la verificación del plano de muñones, centricidad del eje del ánima, calibre, fogón y espesores en los diferentes cuerpos. 
Seguidamente se procedía a verificar la calidad de la fundición. La prueba del sonido era determinante; un oído experto, escuchando el sonido producido por golpes metálicos, podía descubrir un fallo interno en la fundición.
Un aspecto esencial del protocolo de pruebas de aceptación, por sus repercusiones para el servicio de la pieza, era la inspección del ánima. La uniformidad cilíndrica determinaba la vida útil del cañón, y el grado de acabado su seguridad operativa. Uno de los defectos que más incidían en la seguridad del manejo eran los "escarabajos"; las hendiduras en el ánima. Los "escarabajos" eran particularmente peligrosos cuanto más cerca estaban de la cámara de la caña, ya que en este caso existía la posibilidad de que quedasen en ellos rescoldos del disparo y, si no se pasaba la lanada minuciosamente, podía producirse la ignición del cartucho de pólvora al cargar. Esto tenía, por añadidura, un efecto operativo muy negativo, ya que tener que pasar la lanada en cada disparo reducía la cadencia de disparo del cañón.
Distintos artilugios eran necesarios para el reconocimiento del ánima: Crucetas para la comprobación del cilindro del ánima, un candelabro para iluminar interiormente el ánima, "gatos" para descubrir los escarabajos y el "topo" que era  una herramienta más sofisticada para reproducir el perfil de una generatriz del cilindro del ánima.
La etapa final de la aceptación era el tiro de resistencia y la posterior prueba hidráulica. Éste fue también uno de los capítulos sujetos a controversia dentro de la comunidad artillera, sobre todo en lo referente a la cantidad de pólvora que había que utilizar en la prueba. La carga de proyección estándar de combate en la segunda mitad del siglo era aproximadamente un tercio del peso del proyectil, y la que se usaba para el tiro de resistencia era del mismo peso que la bala. Algunos autores argumentaban que este tipo de tiro era una prueba que podía causar fallos ocultos que repercutieran en la seguridad y en la vida útil del cañón. 
En esta prueba el cañón se fijaba en una fosa y de esta manera se realizaba el disparo. Inmediatamente después del disparo se tapaban el fogón y la boca y se observaban posibles escapes de gases a través de posibles defectos en la fundición. El examen final consistía en una prueba hidráulica. (10)

3 - Proceso de fabricación


El proceso de fundición de piezas de artillería de hierro era continuado desde Mayo hasta Octubre y se realizaba como sigue:
Desde la parte superior de los altos hornos, que se encontraba al mismo nivel que la carbonera se iba cargando la cápsula, primero solo con carbón vegetal, para después de transcurridos varios días y una vez alcanzada la temperatura deseada, añadir alternativamente capas de carbón y mineral de hierro (A).
El carbono del carbón vegetal arrebataba el oxígeno al mineral de hierro, el cual se iba depositándo en el fondo de la caldera al tener una mayor densidad.
En la parte inferior del horno existían una toberas por donde se forzaba la entrada de aire mediante unos grandes fuelles accionados por mecanismos hidráulicos (B).
El aire insuflado favorecía la oxigenación y con ello la combustión.
En el crisol del horno se encontraba un orificio por el que fluía el arrabio cuaando se sangraba el alto horno y se dirigía al foso en el qque se hallaba enterrado el molde de la pieza de artillería (C).
Encima de esta abertura , pero debajo de las toberas, había otra boca por donde salía la escoria de menor densidad que el hgierro (D)/9 

4 - Marcas y punzones


Muñón derecho: N 1010 (nº de pieza) - C 24 (calibre de a 24 libras)

Muñón izquierdo: 8 (mes de fabricacion: Agosto) - 189 (número de control) - CARRON (nombre de la Fábrica escocesa) - 1774 (año de fabricación de la pieza)

La importancia que representan el punzonado y las marcas que llevan los cañones de nuestra Ciudad es el idioma con que estos tubos nos transmiten su historia.
Gracias a la lectura de estos punzones y marcas, podemos situar con exactitud el periodo de fabricación y las personas que intervinieron en su fabricación, fabricantes, controladores e inspectores, tanto de fábricas privadas como estatales.
Toda la información que concierne a cada pieza está ubicada en sus muñones.
Detallo la información que obra en una de las piezas investigada: Mes de fabricación: 10 Número de control: 701 Nombre de la fabrica: CARRON Año de fabricación: 1775 todo ello ubicado en el muñón izquierdo de la pieza en cuestion. En su muñón derecho podemos observar el nº de la pieza: N 1010 y su calibre: C 24. Otra de ellas  está fabricada en Agosto de 1774 lleva como número de control el 189 y està perfectamente firmada: CARRON – Está numerada: N 507 y su calibre es de C 24.
Según los datos anteriores se podría estimar una producción de 503 piezas de artillería de a 24 libras durante un período de 14 meses de fabricación, desde Agosto de 1774 hasta Octubre de 1775, de un total de 1057 piezas de dicho calibre aceptadas por nuestra Armada.
Mi investigación confirma perfectamente las fechas de fabricación de los cañones que cuadran perfectamente con los informes consultados ya que las fechas de fabricación y entrega de cañones se efectuó desde Julio de 1773 que se firmó el contrato hasta Mayo de 1778, fecha ésta que llegó al puerto de El Ferrol la última remesa.

5 - Piezas de artillería para marina y baluarte





Los calibres utilizados en nuestros baluartes eran los mismos que utilizaba la Real Armada, de a 6, de a 8, de a 12, de a 18, de a 24 (éste calibre era el más utilizado) y de a 36 libras.

6 - Municiones[3]/[4]/[5]/[6]


Bala de fundición para cañón (época napoleónica)
Bala instalada en su salero o pieza de madera, conjunto preparado para ser atado al saquito con la carga de pólvora


 El cartucho preparado: bala debidamente atada al salero unida al saquito que contiene la carga de pólvora - el conjunto es exactamente igual al utilizado en la época napoleónica, la fotografía es de un proyectil americano de la Guerra de Ceseción (1860-1864) observad la espoleta instalada en la bala (este dispositivo no existía en la época napoleónica), se trata de una bala rompedora, va llena de carga y metralla. 

Durante al segunda mitad del Siglo XVIII es construida la Real Fundición de San Sebastián de la Muga, en la Provincia de Gerona, destinada a la fabricación de munición para artillería con el fin de suministrar proyectiles de hierro fundido a la marina y para el uso de defensa de ciudades y Plazas Fuertes. La Fundición sería destruida por las tropas francesas del General Augereau el día 23 de Agosto de 1794.
Hacia 1790 la producción de munición artillera nacional (balas para cañones, bombas para morteros y granadas para obuses) se realizaba fundamentalmente en el complejo fabril de Eugi y Orbaiceta en Navarra.
La Fundición de Sargadelos en Galicia también se convertiria en Fábrica de municiones para artillería desde 1794 a 1808.
La Fábrica Nacional de Armas de Trubia en Asturias también suministraría municiones para artillería entre otros.
En Liérganes y La Cavada también se fabricaban municiones.

7 – Pólvora negra y Mechas y Mecheros

Carbón, Azufre y Nitrato de Potásio son los componentes para la elaboración de la pólvora negra. Su composición más popular alberga un 75% de Nitrato de Potasio, un 15% de Carbono y un 10% de Azufre.
Era elaborada en Molinos, formando conjuntos de producción cuya propiedad y control recaía directamente a manos de la Monarquía como Reales Fábricas de Pólvora.


Alzado de un Molino de Pólvora (Reales Fábricas de Villafeliche) - Siglo XVIII

El núcleo más importante se hallaba en Villafeliche (Zaragoza), conjunto formado por 165 molinos polvoreros ascendiendo en número hasta los 200 en el año 1800.
Estos molinos utilizaban como fuerza motriz las aguas del río Jiloca, eran de pequeño tamaño, no pasaban de los 20/25 metros cuadrados y eran de una sola planta.


Disparo de un cañón de a 48 S-XVIII (Fotografía de Beatriz Madrazo - La Cavada)
Cañón de marina. Se diferencia de los de Baluarte unicamente por la anilla ubocada en el cascabel
La cureña es la utilizada en la época "a la inglesa"

Para realizar un buen disparo de artillería, cada pieza necesitaba ser cargada con una cantidad de pólvora que rondara los 2/3 del peso de la bala.
Tomando como referencia uno de nuestros cañones de a 24 libras, unos 11 Kilogramos de peso por bala, utilizaríamos 7,3 kilogramos de pólvora por disparo.

Las mechas utilizadas en esa época estaban fabricadas bien en cáñamo, bien en lino siendo éstas últimas de mejor calidad que las elaboradas en cáñamo.


Mechero para cañón de marina o baluarte - 1813 (Colección particular)

La mecha dió paso al mechero, éste probado con éxito en combates navales, aun que la llegada del mechero a los baluartes fué posterior a la época que nos ocupa. 

8 - Cureñas para artillería de baluarte


Otra de nuestras piezas de a 24 libras ubicada en su tronera - Observad su cureña, inglesa según reglamento de la época perfectamente confeccionada a escala en la década de los '60

Plano de cureña inglesa reglamentaria en España según Tratado de Artillería de 1773

Consultado el Tratado de Artillería para el uso de los caballeros Guardia-Marinas, fechado en 1773[7], éste nos habla sobre la cureña a la española, por lo visto obsoleta en ese año ya que en su apartado nº 284 dice: de las Cureñas Inglesas, de que actualmente usamos: advirtiendo que estas proporciones son las mismas que se hallan en el actual Tratado de Artillería de nuestras Brigadas, á excepción de alguna dimensión, que tiene alguna corta diferencia respecto de las que esta-blecen en dicho Tratado. (es copia literal)
El punto nº 285 del mencionado tratado dice así: Las Cureñas que actualmente se fabrican en la Marina, son á la Inglesa. Forman también escaletas, con las Españolas; pero se distinguen de estas en que no tienen solera, y la anchura del exe trasero suple la falta de contera o cola de pato. La colocación del teleron en estas Cureñas es oblicua, á distinción de las Españolas, en que es perpendicular. Las gualderas de las inglesas no tienen gruesas, sino una o dos argollas cada una para los bragueros, y su canto inferior no es recto, como en las Españolas, sino que forma curvidad entre los dos exes. Tienen de firme las sobremuñoneras con sus charneras, y por esta razón solamente los pernos capuchinos penetrantes al exe delantero, asi como los dos de ojo penetran también al exe trasero. Unos y otros se enchavetan por la parte inferior. Las llaves ó pernos de atraviesa son dos, como en las Cureñas Españolas, una de ellas pasa por el telerón, y en la otra descansa la banqueta, que suple la falta de solera. En lugar de los estrobos que tienen las Cureñas Españolas en la cola de pato, para enganchar en ellos los palanquines con que se hace retroceder la Cureñas, tienen, las Inglesas un perno de ojo en medio del plano exterior del exe trasero. Las figuras 89,90, y 91 (Lam. V) representan el plano y perfiles interior y exterior de estas cureñas; pero se harán mas comprensibles con la explicación particular de cada una de las piezas de que se componen, y señalando las proporciones que deben guardar en partes del calibre de la Pieza, para que deba servir la Cureña. (es copia literal)

Grupo de cañones formando batería en las murallas de nuestra Tarragona, todos de Carron y de a 24 libras

Bien, como el propio documento dice, en 1773 las cureñas utilizadas son copia de las inglesas. Según el estudio que realicé a las piezas de artillería ubicadas hoy en nuestras murallas éstas, datan de los años de 1774/79 lo que evidencia el uso de las cureñas a la inglesa.
A raíz de los documentos consultados, decidí hacer una nueva visita a nuestras murallas, para verificar in-situ el tipo de cureña que según mi información y según planos facilitados en los años ´60 por el Museo del Ejército de Madrid se construyeron en nuestra Ciudad para reinstalar las piezas de artillería recuperadas del Puerto a las troneras de nuestras murallas y efectivamente son una fiel reproducción de la cureña inglesa descrita en el Artículo II, punto nº 283 relativos al Tratado de artillería para el uso de los caballeros Guardia-Marinas de 1773. Eran confeccionadas con madera de roble, de encina o de álamo.

9 - Reutilización


Algunas poblaciones españolas costeras aún conservan alguno de esos cañones que fueron reutilizados en sus puertos

Con la llegada de nuevos sistemas de artillería, estas piezas quedaron obsoletas.
Las piezas procedentes de Plazas Fuertes no marítimas fueron trasladadas a Madrid, hoy guardadas en los almacenes del Museo del Ejército, las que defendieron Plazas Fuertes marítimas no tuvieron tanta suerte, reutilizándose como noray o bolardo, enterrándolas
en sus dos tercios utilizando el tercero como amarre para buques, de ahí su estado deplorable, pero a la vez histórico.
En otras Ciudades costeras como por ejemplo Cádiz, podemos ver cañones en las esquinas de las calles con el objeto de preservar éstas del roce de los carruajes de la época, también podemos ver algunos cañones medio enterrados con el fin de cerrar calles al paso de carruajes.
Ello hace muy dificial la labor de identificación de cada una de las piezas desenterradas, la corrosión y el óxido las hace prácticamente ilegibles.
Muchas de ellas están inutilizadas de época, con el objeto de que no pudieran ser reutilizadas anteriormente a otorgarles su nuevo cometido en el Puerto de nuestra Ciudad. Su inutilización era practicada mediante el clavado de su chimenea, clavando en ella un largo clavo normalmente de bronce aunque también podía ser de hierro, aparte algunas de ellas tienen uno de sus dos muñones cortado lo que impedía su correcta fijación a la muñonera de la gualdera, desestabilizando la pieza para no poder abrir fuego.

 Otro ejemplo de cañón-noray que todavía se conserva en una ciudad costera española 

10 - Cesiones

Este trabajo lo cedí gratuitamente a la Autoridad Portuaria de Tarragona y al Ajuntament de Tarragona (Patrimoni Históric), Estamentos de nuestra Ciudad que conservan nuestros cañones y que me facilitaron el acceso a nuestros "viejos tubos" para poder realizar el presente Estudio.


Artículo nº 0002 - Enero 2015




[1] Francesc Pintado i Simó-Monnè – Estudio sobre cañones de baluarte de Tarragona – pp. 4.
[2] Juan Torrejón Chaves (Profesor Titular de la Universidad de Cádiz) – La Artillería en la Marina española del Siglo XVIII – pp. 314, 315, 316, 317 y 318.
[3] Marià Baig i Aleu – L’impacte de la Reial Foneria de Sant Sebastià de la Muga sobre els boscos empordanesos a finals del segle XVIII
[4] Ana Carmen Sánchez Delgado – La Real Fábrica de Orbaiceta (Navarre). Arqueología Industrial y Campos de Trabajo, 1986-1991
[5] Joám Carmona Badía  - Sargadelos en la historia de la siderurgia española
[6] Covadonga Alvarez Quintana – Nacimiento y evolución de la casa de empresa en la Fábrica Nacional de Armas de Trubia (1794-1936)
[7] F.J. Rovira – Tratado de artillería para el uso de los caballeros Guardia-Marinas 1773.
(8) Ramón Gago - Seymur H. Mauskopf - La producción de pólvora en la España de finales del siglo XVIII
(9) Museo de la Real Fábrica de cañones de La Cavada
(10) José Manuel Sanjurjo Jul - La artillería naval en el siglo XVIII y en la Batalla de Trafalgar